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Carme Chacón: la oportunidad perdida

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Jesús Cuadrado *

Jesús_CuadradoSiempre pensé que vivir con la sensación de riesgo físico permanente tiene que marcar de manera decisiva tu carácter. Carmen sabía qué le pasaba a su corazón y, en tantas horas de relación con ella como portavoz de defensa, siempre me asombró su energía inapelable a pesar de la enfermedad. No sé cómo la verán otros, para mí siempre será la rebelde que podría haber desencallado al PSOE.

Poco después de ser nombrada ministra de Defensa por el presidente Zapatero, en la primavera de 2008, se interesó por algo que se había convertido en una mancha para el PSOE: el no reconocimiento público por parte del gobierno de los militares españoles antifranquistas encuadrados en la Unión Militar Democrática (UMD). Treinta y cinco años eran demasiados años para llamar prudencia a una posición histórica marcada por Felipe González para no “molestar” a los mandos militares. “Hasta aquí hemos llegado”, dijo la ministra, y marcó un plan preciso.

Meses después se aprobaba en el Parlamento una propuesta que textualmente decía: “El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a iniciar las actuaciones necesarias para rendir homenaje a los militares que colaboraron decididamente en el proceso de evolución hacia un régimen democrático en España con especial reconocimiento a aquellos que en defensa de esos ideales arriesgaron su carrera y promoción profesional e incluso su libertad personal como miembros de la Unión Militar Democrática y a hacer públicos con precisión sus sacrificios personales y profesionales.”

Detrás de cada una de esas palabras está la mano de Carme Chacón. En febrero de 2009, en un acto emotivo en el ministerio de Defensa, la ministra entregó la Cruz del Mérito Militar a catorce antiguos miembros de la UMD que habían sido procesados por el franquismo. Así descubrí el combustible de rebeldía que movía a aquella mujer siempre sonriente y con un corazón débil, decían. Poco después, a Gaspar Llamazares, portavoz de IU, colaborador imprescindible en aquella tardía reparación, y a mí, “los 14 valientes” de la UMD nos nombraron “Capitanes de la Democracia”, aunque todos sabíamos que detrás de aquello estaba la mujer que hizo sonar con temple, en el patio del ministerio, su “capitán, mande firmes”. Así lo escribió uno de esos “valientes”, Fernando Reinlein.

Fui testigo de muchas más pruebas de la entereza de carácter de Carmen, de su capacidad demostrada de liderazgo. Seguro que sorprendió al ministro de exteriores, Miguel Ángel Moratinos, cuando se adelantó al acuerdo internacional y puso en marcha la prohibición y eliminación en nuestros arsenales militares de las bombas de racimo. Tampoco le gustaría a quien le sucedió en el ministerio, Pedro Morenés y Álvarez de Eulate, a la sazón responsable de la principal fábrica en España de ese armamento cruel. Sí, hubo presiones, muchas, pero aquella ministra a la que, desde el principio, intentaron intimidar desde las atalayas de “lo militarmente correcto desde siempre”, no le tembló el pulso, ni la voz. A otros no sé, pero a mí me volvió a ganar para la causa.

Que otros no fueran capaces de leer que, por presiones de algunas potencias, en Kosovo se estaba imponiendo un proceso de “limpieza étnica”, no le apartó de la decisión de retirada de nuestras tropas cuando cambió la naturaleza de la misión militar de la ONU allí. Que la derecha española quisiera utilizar el secuestro del Alakrana para hacer una exhibición de doctrina antiterrorista “neocon”, como le dictaba Aznar a Rajoy desde FAES, no le apartó a Carmen Chacón ni un milímetro de la estrategia que se había marcado. Decidió eliminar una injusticia permanente con los militares, a los que, a pesar de una sentencia del Tribunal Constitucional a su favor, se mantenía en un limbo en cuanto a derechos profesionales y laborales y, a pesar de la presión de muchos, sacó adelante la “ley Chacón” que reconocía esos derechos y regulaba el Consejo de Personal para su defensa. Cómo no ver madera de líder en aquella mujer.

¿Tenía perspectiva, “eso de la visión”, que diría Bush padre? Con Carme Chacón las misiones militares exteriores tenían una filosofía de la que nunca se apartó, y que resumen bien estas palabras de Kofi Annan: “No tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos” (tan oportunas, diría Carme, mirando hoy a Siria). Esa “visión” se tradujo en la primera, al fin, “Estrategia Española de Seguridad” de 2011. No llegó a presentarse en el Congreso de los Diputados y, cuando pregunté al que decidía en esa fase final de la legislatura, ya comprendí que a Carme Chacón le iban a poner difícil su decisión de ofrecer al PSOE un liderazgo de regeneración, del que el partido tenía tanta necesidad.

Cuando Carmen volvió a llamarme fue para invitarme a participar en su proyecto de liderazgo para el 38 Congreso del Partido Socialista. Entonces hacía meses que había vuelto a mis clases y no me motivaba volver a encontrarme con los que ejercitaban con tanto arte la acción de “matar” públicamente, y sin complejos, a sus adversarios de partido. Pero era Carmen, a quien era fácil reconocerle la “auctoritas”, quien representaba una oportunidad para un viejo partido moribundo. Además, me provocaba ver que, desde dentro, la descalificasen como candidata por ser catalana. Ella, que alardeaba de hablar castellano con su padre, de origen andaluz, y catalán con su madre; ella, la más antinacionalista por socialista y a la que más odiaban los nacionalistas que pueblan Cataluña, como pude comprobar en tantos debates parlamentarios. Además me recordaba la campaña de otra rebelde, Segolene Royal, que en 2007 también ofreció una salida, frustrada, a otro viejo partido socialista.

Así que volví a las sedes del partido, fui elegido delegado, cogí un autocar de León a Sevilla, justo al salir de clase, y allí estuve para verte perder, y para perder también yo. Peor, sobre todo, para ver perder al viejo partido agotado una oportunidad de oro que tú le ofrecías, desde tu corazón enfermo. Pero, ahora que ya no estas, Carme, le encuentro más sentido a la frase de Geoge Orwell: “Ver lo que se tiene delante exige un esfuerzo enorme”.

(*) Jesús Cuadrado. Catedrático de Geografía de Enseñanza Secundaria. Militante y exdiputado del PSOE.

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